Por : José Enrique de la Rosa Santana
Nada me daba más placer que ver su turgente pecho cubierto con escasa
tela que translucía sus pezones punto agudo acabados de despertar.
Fui su secreto y ardiente admirador, ella fue mi cita matinal
para “espiarla” En el acto: me mordía
los labios- involuntariamente… prendía
mis emociones más intimas. Mi ropa interior presionaba mi sexo inflexible como
el acero y la excitante calentura de mi sexualidad me obligaba a materializar
su pecho.
En efímera visión…suavemente separó sus trémulos muslos…y nuevamente volvía
a esperar otro amanecer para espiar su excitante y "turgente pecho"
2.
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